Para nadie es un secreto que a las mujeres durante el embarazo, se les prohíbe el consumo de algunas sustancias, como el tabaco, el alcohol y algunos medicamentos.
Las razones de estas prohibiciones es mantener la salud del bebé y evitar que durante su formación reciba químicos que podrían causarle daños en el desarrollo de sus órganos vitales, e incluso en la formación de sus miembros.
Recientemente una investigación realizada por la Universidad de Pompeu Fabra, ha confirmado que efectivamente los fetos pueden verse afectados por el consumo específico de bebidas alcohólicas.
El nombre que recibe las alteraciones es desórdenes del espectro alcohólico fetal.
La razón principal por la que llevó a cabo el experimento es para demostrar que cualquier cantidad consumida de alcohol durante el embarazo puede causar de forma inmediata y continuada efectos negativos en el bebé.
Según las propias palabras de la líder de la investigación Olga Valverde, “Nuestro estudio revela alteraciones en las neuronas cerebrales que se traducen en graves anomalías en el comportamiento de la descendencia (…) Sin embargo, no aparecen malformaciones ni cambios en el peso corporal de la descendencia, así que el trastorno es invisible en el momento del nacimiento”.
[Isabel Rangel Barón] comentó que durante la investigación se pudo conocer que aproximadamente entre el 2 y el 5% de la población habitante de Europa Occidental sufre de algún tipo de anomalía, ya sea a nivel físico, cognitivo o de comportamiento, como efecto directo del consumo de alcohol durante el embarazo.
De igual forma, Valverde indicó que “Hemos observado un aumento de ciertos factores proinflamatorios en el cerebro de crías afectadas por el consumo esporádico materno de alcohol (…) Probablemente, la exposición al alcohol provoca cambios en el sistema inmunitario que persisten hasta la edad adulta, afectando al aprendizaje, la memoria y el comportamiento”.
Es así como la cultura del alcohol trae consecuencias en el desarrollo embrionario, afectando la correcta evolución del feto y causándole posibles daños físicos y cognitivos.
Las razones de estas prohibiciones es mantener la salud del bebé y evitar que durante su formación reciba químicos que podrían causarle daños en el desarrollo de sus órganos vitales, e incluso en la formación de sus miembros.
Recientemente una investigación realizada por la Universidad de Pompeu Fabra, ha confirmado que efectivamente los fetos pueden verse afectados por el consumo específico de bebidas alcohólicas.
El nombre que recibe las alteraciones es desórdenes del espectro alcohólico fetal.
La razón principal por la que llevó a cabo el experimento es para demostrar que cualquier cantidad consumida de alcohol durante el embarazo puede causar de forma inmediata y continuada efectos negativos en el bebé.
Según las propias palabras de la líder de la investigación Olga Valverde, “Nuestro estudio revela alteraciones en las neuronas cerebrales que se traducen en graves anomalías en el comportamiento de la descendencia (…) Sin embargo, no aparecen malformaciones ni cambios en el peso corporal de la descendencia, así que el trastorno es invisible en el momento del nacimiento”.
[Isabel Rangel Barón] comentó que durante la investigación se pudo conocer que aproximadamente entre el 2 y el 5% de la población habitante de Europa Occidental sufre de algún tipo de anomalía, ya sea a nivel físico, cognitivo o de comportamiento, como efecto directo del consumo de alcohol durante el embarazo.
De igual forma, Valverde indicó que “Hemos observado un aumento de ciertos factores proinflamatorios en el cerebro de crías afectadas por el consumo esporádico materno de alcohol (…) Probablemente, la exposición al alcohol provoca cambios en el sistema inmunitario que persisten hasta la edad adulta, afectando al aprendizaje, la memoria y el comportamiento”.
Es así como la cultura del alcohol trae consecuencias en el desarrollo embrionario, afectando la correcta evolución del feto y causándole posibles daños físicos y cognitivos.