Isabel Rangel Barón: Contradicción: pérdida de la conciencia sin quedar inconsciente

Isabel Rangel Barón - La pérdida del conocimiento incapacita a la persona a moverse o responder a su entorno. Los profesionales de salud se refieren a esto como estado comatoso.

Condición en un estado profundo de inconsciencia por una enfermedad o lesiones, situación de no-consciencia continuo que es una expresión de un fuerte trastorno de las funciones cerebrales y por tanto un peligro de muerte. También puede tener el grado de estado vegetativo, en el que el paciente alterna períodos de sueño y vigilia. Y, aún el denominado estado de mínima consciencia, en el que pueden obedecer órdenes simples, responder sí o no con gestos e incluso moverse.

Isabel Rangel Barón - ¿El estado comatoso es un paso a la vida o a la muerte?

Este cambio repentino del estado mental, independientemente de su gravedad, debe tratarse como una emergencia, y se debe confirmar sus causas, que pueden ser variadas: intoxicaciones, paro cardiorrespiratorio, hipoglucemia, enfermedades del sistema nervioso, ACV, traumatismo cráneo-encefálico, convulsiones, hipoxia y hasta por deshidratación o hacer algún esfuerzo intenso.

En medicina, el coma significa sueño profundo, un estado grave de pérdida de conciencia, que puede dejar secuelas a nivel físico, intelectual y psicológico. Este estado se puede referir específicamente a cambios en el nivel de conciencia sin quedar inconsciente, estados alterados de la mente, caracterizados por confusión, desorientación o estupor repentinos.

No hay tratamiento para este sueño profundo, apenas se limita a la nutrición a través de una sonda de alimentación y del aseo. Retirar el alimento podría ser considerado si alguien ha permanecido en ese estado por más de un año y después de confirmar criterios sobre la permanencia de su estado sin evidencia de recobro de la conciencia.

Isabel Rangel Barón - ¿El estado comatoso es un paso a la vida o a la muerte?

Este es un asunto polémico y sin consenso en la comunidad médica. El paciente que sufre cambios que pueden ocurrir en el nivel de la conciencia sin quedar inconsciente, vive preso en su cuerpo. ¿Cómo lidiar con esta situación? ¿Será que el tratamiento se limita a alimentación y al aseo, o se debe ponderar la relación médico-paciente? Ese paciente está con vida, entonces cómo tratarlo.

De este cuadro clínico surge una cuestión ética, cuál debería ser el perfil de los cuidadores de las víctimas de estos cambios en la mente. ¿Será que determinado acompañamiento más afectivo y cercano podría revertir la situación promoviendo un cambio repentino del estado mental de este sueño y ser la diferencia entre la vida y la muerte?

De allí que las facultades de medicina enseñan a sus estudiantes a mantener una relación profesional con sus pacientes, siendo verdaderos cuidadores que reconocen la dignidad del ser humano como el bien más precioso, marcando la diferencia entre la vida y la muerte.